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Cuando el muro llega a las aulas: el impacto de la suspensión de visas

Cuando el muro llega a las aulas:
el impacto de la suspensión de visas a estudiantes en USA

Rodrigo_Castelazo_PerfilPor: Mg. Luis Rodrigo Castelazo Torres*
Docente de la Facultad de Negocios Internacionales

Sobre el medio día del 27 de mayo de 2025, los principales portales de noticias alertaron sobre la decisión del gobierno Trump respecto a la suspensión de visas para estudiantes. Como académico e internacionalista, déjenme reflexionar sobre el impacto de políticas que atentan contra el pilar de la educación superior y la colaboración global. Para mí, no es solo una mala idea, es algo profundamente dañino para el futuro de la academia, la ciencia y la convivencia multicultural.

Durante años, las universidades estadounidenses han sido faros de conocimiento, atrayendo a las mentes más brillantes de cada rincón del planeta. Este flujo constante de talento no es solo una cuestión de números, es la esencia misma de la vitalidad intelectual. Los estudiantes internacionales no solo traen consigo matrículas y recursos económicos; traen consigo una riqueza incalculable. Los estudiantes internacionales no son solo las mentes de los pasaportes que portan, son las mentes de la diversidad, el pensamiento, las preguntas, los caminos de vida y el pensamiento. Al cerrarles la puerta, no solo les negamos una oportunidad, sino que silenciamos voces cruciales que enriquecen el debate, la investigación y la visión de mundo en nuestros propios campus.

La investigación contemporánea es intrínsecamente colaborativa y transnacional. Los grandes desafíos de nuestro tiempo –desde el cambio climático hasta las pandemias– requieren soluciones y colaboraciones que trascienden fronteras y disciplinas. Esta suspensión es un golpe directo a la capacidad de innovación global. Se interrumpe el flujo de ideas, se debilitan los equipos de investigación y se ralentiza el ritmo de los descubrimientos que benefician a toda la humanidad.

La academia, en su esencia, es diplomacia silenciosa. Los lazos que se forjan entre estudiantes y profesores de diferentes nacionalidades a menudo superan las tensiones políticas y construyen un entendimiento duradero. Cada estudiante internacional que regresa a su país de origen lleva consigo no solo un título, sino una comprensión más profunda de otras culturas y una red de contactos que puede fomentar la cooperación y el respeto mutuo a lo largo de los años. Esta decisión daña las relaciones académicas y socava la confianza en Estados Unidos como un defensor de la apertura intelectual. El mensaje que se envía al mundo es uno de aislamiento, desconfianza y cerrazón, un mensaje que contrasta drásticamente con los ideales de intercambio de conocimientos que siempre hemos propugnado.

Finalmente, no podemos ignorar la consecuencia a largo plazo de esta política. Si Estados Unidos deja de ser un destino atractivo para el talento global, otros países –conscientes del valor de la diversidad y la excelencia académica– aprovecharán la oportunidad. Veremos cómo jóvenes promesas y mentes brillantes dirigen su mirada y sus habilidades hacia naciones que sí les ofrecen un entorno de bienvenida y oportunidades. Esto no solo afectará la competitividad de Estados Unidos en la investigación y el desarrollo, sino que también redefinirá el panorama del liderazgo académico global.

Desde mi perspectiva es imperativo que, como comunidad académica, alcemos la voz para defender los principios de la educación sin fronteras. El conocimiento no tiene pasaporte, y su búsqueda y difusión deben trascender cualquier barrera política. ¿Qué podemos hacer para mitigar este impacto y asegurar que la llama de la cooperación académica siga ardiendo?


* Las opiniones aquí expresadas son responsabilidad exclusiva del autor y no reflejan necesariamente el pensamiento ni la postura institucional de la Universidad Santo Tomás.

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