Por: Diana Patricia Gómez,
docente del pregrado Profesional en Moda
Pasarela de cierre. Sandra Weil.
Desde hace 4 años cuando se empezó a gestar el programa de Profesional en Moda Edward Salazar reconocía de manera ineludible la importancia de la industria textil y moda en las narrativas de país, al tiempo de la necesidad inaplazable de configurar ese relato de moda desde un horizonte menos hegemónico tal como se planteó en el programa desde una epistemología decolonial. Esto en pocas palabras configura el conocimiento, su producción y reproducción, desde el reconocimiento de los relatos plurales que no se construyen solo desde los centros tradicionales de la moda y que en ese reconocimiento son equivalentes. Sin embargo, decirlo es "más fácil" que hacerlo, esto en gran medida por las estructuras muchas veces anacrónicas que siguen soportando a la moda y replicando las narrativas hegemónicas. Desde ese pensamiento descentrado y múltiple se hace necesario acercarnos al evento más importante de la moda en Colombia y más que señalar, es importante hacer evidentes los patrones de reproducción colonial que lo habitan y tal como dice Gomez-Castro pensar más desde lo que debemos dejar de hacer y no tanto por lo que se tiene que hacer.
Lo primero no es un secreto, la hegemonía de la representación en la moda ha sido un tema largamente discutido, cómo los cuerpos jóvenes, esbeltos, blancos y normativos han sido los cuerpos que merecen ser vestidos no es nuevo. Este año no fue la excepción si bien COLOMBIAMODA es un espacio donde muchos exploran sus propias identidades y las manifiestan en este acto social del vestir, los diseñadores y las marcas siguen encumbrando el prototipo de sujeto de la moda una pasarela tras otra, un catálogo tras otro, desconociendo por un lado el contexto colombiano de cuerpos e identidades en su gran mayoría alejados de dicha expresión homogénea y por otro reafirmando que en la proyección hacia afuera nosotros no somos merecedores de la moda por no cumplir con sus estereotipos. Que dejar de hacer pasa entonces por dejar de excluir lo que se sale de ese precepto hegemónico.
Las imágenes tradicionales de la moda.
Lo anterior me lleva entonces al segundo momento y es como la moda nacional, como un subsistema de la moda global, empieza a reconocer al otro como instrumento y como mercancía. Esto sucede nuevamente desde un doble lugar, como mencionaba antes la hegemonía de la representación está ampliamente extendida, pero parece encontrar algunas fisuras cuando una persona racializada, una plus size o una persona mayor irrumpen en la pasarela como una excepción que reafirma la norma, haciendo de este no un ejercicio de inclusión y representación sino de cuotas y "factor sorpresa". Por otro lado, la mercantilización del otro se da desde otro viejo conocido de la moda, la apropiación, veíamos en los sentimientos culturales para otoño invierno 2025 como volvemos la mirada al lugar del folklore y lo propio no como una apertura a otras concepciones de lo nuestro sino como un lugar de la extracción, de coleccionar tesoros exóticos para sustituir el sinsabor del fast fashion. Que dejar de hacer, dejar de hacer extractivismo cultural, no todo se tiene que convertir en mercancía ni modernizarse para hacerse apetecible para el mercado.
Extraído de sentimientos culturales otoño invierno 2025. El sentimiento Mythos plantea una vuelta a lo tradicional
con la intención de modernizarlo para tener un ”consumo significativo y responsable”
La información sobre el conocimiento es el tercer punto, decía Gómez-Castro que ahora no preguntamos si lo que nos enseñan es real sino para que sirve. Por tanto, el pabellón del conocimiento no permite un ejercicio pleno y activo de conocimiento, sino que es un ejercicio de entrega de información útil en cápsulas condensadas de datos, pero donde la reflexión queda relegada a un segundo plano. Si queremos construir localmente un conocimiento sobre la moda deberíamos darle espacio a una participación más activa. Que debemos dejar de hacer, creer que el conocimiento es universalista, jerárquico y pasivo que se difunde desde el experto occidental.
Los puntos anteriores tienen rutas que resultan finalmente en verdadera representación, inclusión y diversidad de pensamientos más allá de las lógicas del consumo desaforado de cuerpos, imágenes, datos y pasan también en Colombiamoda, lo vemos desde el colectivo vallecaucano, desde marcas como Alado o derivé af buren o Laura Añez, desde los procesos expuestos de A new cross y la Petite morte pero siguen siendo la excepción. También sabemos que es más fácil escribir estas líneas que hacer que suceda en la realidad, por las mismas estructuras del sistema, pero ahí está nuestra tarea desde la carrera profesional en moda y como sujetos mismos de la moda, dar los espacios, las herramientas y las discusiones para que suceda, y así construir y reafirmar la multiplicidad del relato de país.
After runway, salir de la pasarela y la foto obligada en las escaleras. Con la diseñadora Laura Añez, quien tiene una apuesta desde la artesanía urbana del tejido de punto en pro de la moda circular. Intervención en el Hotel Click Clack por parte de la marca A New Cross.
Por último, para que esto siga cambiando también tenemos que urgentemente deselitizar la moda y abrir las primeras filas, los eventos exclusivos y las charlas uno a uno a los otros actores en formación y construcción para que se sientan verdaderamente parte y puedan moldear un imaginario menos excluyente de la moda donde dejemos de estar en deuda con nosotros mismos.