A la inteligencia artificial le quedan pocos sectores por invadir. Ya está presente en casi todos los ámbitos de la vida y en cada vez más de nuestros dispositivos personales. Sin ir más lejos, los iPhone de Apple y otros productos de la compañía ya pueden utilizar Apple Intelligence (en inglés, eso sí), así como los smartphones de Samsung con Galaxy AI y el resto que utiliza sistema operativo Android con Gemini Live.
Si bien todavía quedan muchos años para tener un robot humanoide en casa que actúe como mayordomo que realice todas las tareas que nos disgustan, la inteligencia artificial permite realizar tareas complicadas que requieren conocimientos y mucho tiempo en apenas horas y sin saber nada sobre la materia.
Otro de los ámbitos en los que ha irrumpido de manera controvertida la inteligencia artificial es en el cine. En dicha industria cuenta con varios detractores, como Nicolas Cage, reconocido actor que pide a sus compañeros de profesión que se protejan frente a una nueva tecnología que busca "robarles su cara, cuerpo y voz". Por otro lado, se está usando para mejorar los efectos visuales en largometrajes, aunque primero tiene que solucionar un gran problema.
Hace unas semanas, en Urban Tecno contamos cómo James Cameron, uno de los directores de cine más reputados de la industria y conocido por películas como Titanic, Avatar o Terminator, se había unido a la junta directiva de Stability AI, una empresa especializada en inteligencia artificial relevante por su sistema Stable Diffusion, el cual permite convertir texto a imagen para crear fotografías espectaculares.
La alianza entre Cameron y Stability AI tiene como fruto la "transformación de los medios visuales", uniendo tecnología y creatividad. No obstante, Stable Diffusion, la herramienta de la compañía, ha estado envuelta en polémica por haberse nutrido de contenido con derechos de autor y propiedad intelectual sin el consentimiento de los creadores, de modo que sus creaciones copian temas y estilos que podrían infringir las obras originales.
En las películas, hay dos tipos de efectos. Por un lado, están los efectos especiales (SFX), que son los efectos físicos utilizados para crear espectáculo, como podrían ser explosiones, chorros de sangre, accidentes de vehículos, etc. Por otro lado, están los efectos visuales (VFX), que tienen lugar en la posproducción, y son los sistemas digitales que agregan nuevos elementos a las imágenes filmadas con acción en vivo, como las imágenes generadas por ordenador (CGI), composición y renderizado de captura de movimiento.
Mientras que la inteligencia artificial tendría poco que hacer en los efectos especiales (SFX), sí que podría ser muy útil e impactante en los efectos visuales (VFX), ya que se podría crear prácticamente cualquier cosa en la posproducción; solo habría que grabar a los actores y más tarde se añadiría el resto. Incluso se les podría cambiar las expresiones, el tono de la voz y otros aspectos físicos.
Sin embargo, el problema, como hemos comentado anteriormente, es que las herramientas de inteligencia artificial que podrían emplearse, como ChatGPT o MidJourney, no se hayan desarrollado de manera ética, por lo que los resultados que ofreciesen en la industria estarían basados en el trabajo de otros creadores que no han dado el consentimiento de utilizar su obra para tales fines.
Los desarrolladores de inteligencia artificial crear enormes bases de datos de entrenamiento mediante robots "rastreadores", los cuales peinan Internet en busca de material que les sea de utilidad y descargan millones de archivos para tal fin. Entre esos archivos puede haber todo tipo de contenido que va desde libros hasta música, pasando por imágenes, entrevistas y vídeos con derechos de autor.
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