“La Mela” invitada de esta semana es Katherin Gyssell Olivera Dimate, amante del taekwondo a punto de graduarse de Ingeniería Electrónica en la Santoto, que está lista pa´las que sea. Su curiosidad la ha llevado aprender más de lo que se imaginan, y sus propósitos son tan firmes como su destreza en el arte de golpear con los pies y las manos.
Mientras nos contó que también se deja llevar por las cosas “simples” de la vida como los atardeceres, escuchar su canción favorita o compartir con su familia, hizo un recorrido por sus inicios en el deporte, hablamos sobre el apoyo a las mujeres en esta disciplina, y nos dijo que es lo bueno (y no tan chévere) de ser taekwondista.
¿En qué momento le dio por meterse en esto del taekwondo?
Desde pequeña me gusta mucho ver películas de artes marciales, sobre todo cuando se mostraban patadas espectaculares. Y un día, yo acompañaba a mi abuelita al salón comunal del barrio para un evento de la tercera edad, coincidencialmente en el segundo piso estaban dictando una clase de taekwondo, yo me escabullí para ir a ver y desde ese momento quedé cautivada por este deporte, porque esas patadas que veía en películas las estaban practicando en esa clase. Al poco tiempo empecé a entrenar y desde entonces el taekwondo me ha acompañado.
¿Muy berraco ser mujer en este deporte?
Gracias a los valores y principios del taekwondo el apoyo es igual tanto para mujeres como para hombres, no hay discriminación alguna al respecto. Lo que importa dentro de la filosofía del taekwondo es tu crecimiento personal, mental y espiritual, independiente de tu género, ideología, orientación sexual y demás.
¿Por qué le gusta tanto esta vaina?
El taekwondo me hace sentir fuerte y empoderada, tanto en el deporte como en la vida. Cuando paso por circunstancias difíciles yo asumo como si estuviera en un combate, y esa sensación de fortaleza y de perseverar hasta lograr mi objetivo la adopto cuando debo enfrentar algo complicado (…) y es lo que me ha dado el valor para lograr todo lo que me propongo, a pesar de los obstáculos. El taekwondo es mi estilo de vida.
¿Qué NO ha sido tan chévere?
Hubo un tiempo donde perdí la confianza en mis capacidades y habilidades en el taekwondo, y por tanto esa fortaleza y valentía que sentía fue disminuyendo. Fue un momento duro porque me sentía perdida, ya que este deporte hacía parte de mi vida y perder ese significado que tenía para mí fue difícil. Sin embargo, mis entrenadores Hugo Rubio y Cesar Hernández, por medio sus enseñanzas en el taekwondo, me hicieron volver a amar este deporte y a recobrar la confianza en mis capacidades.
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