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Deepfakes: el desafío invisible de la era digital

Escrito por Dirección de Comunicaciones | Jul 16, 2025 7:46:59 PM

En la era de la inteligencia artificial, los deepfakes se han convertido en una de las amenazas emergentes más complejas y difíciles de detectar. Se trata de contenidos audiovisuales manipulados —videos, audios o imágenes— generados mediante algoritmos de aprendizaje profundo (deep learning), que imitan con gran precisión los gestos, voces y expresiones de una persona real.

Lo que comenzó como una herramienta experimental en entornos de investigación y entretenimiento, rápidamente ha migrado hacia usos maliciosos: desde la creación de noticias falsas, la suplantación de identidad en redes sociales, hasta fraudes financieros y violencia digital. Los deepfakes no solo engañan visualmente; también comprometen la confianza pública, la integridad institucional y la reputación individual.

Su impacto ya se siente en múltiples sectores. En política, por ejemplo, se han difundido videos falsos de líderes con declaraciones que nunca emitieron. En el ámbito financiero, han surgido casos donde ejecutivos han sido imitados para autorizar transferencias ilegales. Incluso en las escuelas, estudiantes han sido víctimas de acoso a través de montajes de voz o imagen, con efectos devastadores para su bienestar emocional.

El principal problema de los deepfakes es su capacidad para evadir la percepción humana. A simple vista, muchos de estos contenidos parecen auténticos. Ante esto, se requiere una respuesta urgente y multisectorial. Las soluciones no pueden limitarse a la tecnología —aunque herramientas de detección basadas en IA y metadatos son un avance necesario—. Se requiere también alfabetización digital, regulación clara y mecanismos de denuncia accesibles.

 

En Colombia, aunque el tema ha ganado notoriedad, aún existe un amplio desconocimiento sobre qué son los deepfakes y cómo enfrentarlos. La educación pública y la normativa legal deben adaptarse a esta nueva realidad para evitar que la desinformación y el abuso digital socaven la vida democrática, la convivencia social y la seguridad personal.

Los deepfakes no son solo un problema tecnológico: son un reto ético, político y educativo. La forma en que los enfrentemos como sociedad determinará en buena parte la calidad de nuestra comunicación y confianza en el entorno digital del futuro.