Santoto en los medios

Profes y comuneros tejiendo paz en Caldono, Cauca

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Historias de vida de un territorio que está viviendo y construyendo un nuevo futuro.
 

La noche del 20 de julio de 2022, la columna móvil de las disidencias de las FARC Dagoberto Ramos llevó a cabo un hostigamiento en el municipio de Caldono, Cauca. Ese día festivo, en el que se conmemora el llamado “Grito de Independencia”, los disidentes dispararon ráfagas de sus fusiles AK-47 sobre la estación de Policía, la cual se ubica en las márgenes del casco urbano, sobre un mirador en el que se erigió el infaltable letrero “Yo Amo (figura de corazón) a Caldono”.

Por supuesto, desde hace varias semanas, cuando estos hostigamientos se hicieron más frecuentes, el camino a dicho mirador está cerrado para el disfrute de los lugareños y visitantes.

 

Como ya es tradición en Colombia, ese día festivo todas las Fuerzas Armadas desplegaron todo su arsenal y equipo humano para realizar un desfile por las calles de Bogotá, con el cual se suele conmemorar el evento histórico de 1810, en el que momentáneamente el Virrey de la entonces Nueva Granada huyó a España para dejarle a la élite criolla el camino libre que forjaría la Patria Boba y su posterior Reconquista.

 

Al ser el último desfile en el marco del gobierno saliente de Iván Duque, las Fuerzas Militares hicieron más evidente su esfuerzo de mostrar a toda la audiencia su poder. Mientras tanto, la Dagoberto Ramos escogió precisamente ese día para mostrarle a otras audiencias regionales y marginadas el suyo.

 

“Eso profe seguro es por lo del 20 de julio y por lo que, usted sabe, sale Duque y entra Petro”, así lo afirmó telefónicamente Rodrigo Pito Menza, líder nasa del resguardo San Lorenzo de Caldono, a Pablo Gómez Montañez, investigador de la Universidad Santo Tomás. Pablo, quien pernoctaba en Cali, listo para viajar a Caldono a la mañana siguiente, averiguaba cómo estaban las condiciones de orden público, pues lideraba al equipo de investigadores de las sedes de Bogotá y Bucaramanga que desarrollarían una salida de campo para trabajar con integrantes de una cooperativa indígena en el marco de un proyecto sobre derechos humanos con enfoque de género.

 

No quería poner en riesgo al equipo, pero, como lo había conversado muchas veces con Fredy Reyes y Clara Victoria Meza, estaba convencido de que investigar temas de conflicto y paz implicaba hacerle frente a ese tipo de situaciones. El equipo sabía que desde la comodidad de los escritorios con computadores nunca se lograrían comprender las complejidades de la violencia y el miedo, así como de las resistencias, resiliencias e iniciativas de no violencia y construcción de paz de las comunidades en sus territorios.

 

Comunidad con profesores en Caldono

“Normal, eso fue anoche, pero nada… normal, tranquilos”, le reiteró Rodrigo a Pablo a la mañana siguiente, por lo que optó por encontrase con sus compañeros en la terminal de transportes para dirigirse a Caldono. A Pablo, Fredy y Clara Victoria, se les unieron Liuba Useche y Brigette Cortés.

 

El viaje fue tranquilo y llegaron sin complicaciones. Luego de compartir un almuerzo con Rodrigo y varios miembros de la cooperativa, el equipo integral se dirigió a la sede de la emisora comunitaria Uswal Nasa Yuwe Estéreo. Allá tuvieron la oportunidad de entrevistar a Alfredo Aranda, periodista y, como lo llamaría Joanne Rapapport, antropóloga norteamericana con amplia experiencia investigativa en los cabildos del Cauca, un verdadero “historiador nativo”.

 

Dentro de sus obras se destaca una radionovela sobre la biografía del padre Álvaro Ulcué Chocué, primer sacerdote indígena en Colombia y líder comunitario. Su asesinato el 10 de noviembre de 1984 en Santander de Quilichao impulsó la creación del Movimiento Armado Quintín Lame, que operó como una guerrilla defensora del territorio nasa por casi una década hasta su desmovilización en el marco de la Asamblea Nacional Constituyente de 1991.

 

En un acto espontáneo de creatividad, y debido a que los miembros de la cooperativa ya habían sido capacitados en producción radial durante el desarrollo de una fase previa del proyecto en 2021, los “profes” y comuneros se repartieron rápidamente los personajes de un fragmento de la radionovela para ser grabada.

 

De esa manera, el profe Fredy interpretó al padre de Álvaro Ulcué Chocué y Leydi Pito a la madre. Rodrigo fue el narrador y el profe Pablo el Th’ewala o médico sanador que durante una ceremonia tradicional nasa determinó que el bebé Álvaro tendría dones de líder y que le esperaría a futuro cumplir una misión importante para su pueblo.

 

Las jornadas de los tres días siguientes transcurrieron en la finca La Palomera, ubicada en la vereda Venteadero de Caldono. En medio de la lejanía y la belleza agreste de las lomas, las noches a veces dejaban oír sonidos de pólvora que nunca supieron identificar como fuegos pirotécnicos o ráfagas de fusil. La segunda opción fue la acordada, principalmente guiados por el oído entrenado de Leydi, quien es vecina de la Palomera. Aun así, mientras los profes se hospedaban en las dos casas de la finca, los demás se dirigían a sus casas en medio de la espesa oscuridad, la lluvia y el barrizal de los caminos.

 

La primera mañana Liuba y Brigette desarrollaron los primeros talleres, en los cuales Eva, Leydi, Luz y Rodrigo aprendían cuáles eran los tipos de ciudadanías existentes en una democracia y los derechos humanos relacionados con las mismas. En esa misma jornada, un comunero fornido de talla grande, Oscar Bomba Caviche, llegó a la finca con cinco integrantes, entre hombres y mujeres, de un equipo muy particular bajo su liderazgo.

 

Era la guardia indígena particular de la cooperativa. Aunque la comunidad indígena de San Lorenzo de Caldono cuenta con su guardia indígena oficial, la Cooperativa Integral Indígena Mixta NPR Caminos de Paz Coasociados optó por consolidar la propia, pues algunos de sus líderes se vieron en la obligación de tomar medidas extras que garanticen su seguridad y la de los asociados.

 

Luego del trabajo de campo llevado a cabo en esa misma finca por el equipo investigador en 2021, el profe Pablo fue contactado por la Unidad Nacional de Protección para informar desde su punto de vista cómo veía el nivel de riesgo que podía afrontar John Fredy Caviche, excombatiente de las FARC EP y presidente de la cooperativa.

 

Por ese entonces supo por Rodrigo, cofundador y directivo de esta, que ambos habían sido abordados e interrogados por presuntos integrantes del ELN con el fin de advertirles sobre el cuidado que debían tener por su liderazgo comunitario. Un año después, además de los escoltas asignados a John Fredy, la UNP asignó una camioneta blindada extra para ampliar el esquema de protección hacia otros asociados que, en el caso de la cooperativa, corresponden mayoritariamente a familiares de los dos fundadores.

 

Aun así, el equipo investigador, conocedor de temas de paz, sabe que la llamada “paz imperfecta” se construye en medio de una sociedad permanentemente conflictiva. Por eso los logros de la cooperativa cobran mayor significado, pues el impacto que ha tenido su consolidación en el territorio hizo que fuera declarada, en el marco de las políticas públicas de la implementación del acuerdo de paz, como un Nuevo Punto de Reincorporación (NPR). Para el caso de John Fredy, su proceso de reincorporación se muestra integral en la medida que su trayectoria individual se vincula con un proyecto productivo colectivo que termina beneficiando a más de cincuenta familias en la zona rural de Caldono. Incluso logró que varios familiares que se dedicaban al oficio de raspachín en zonas alejadas como el Alto Naya se desplazaran hacia Caldono para hacer parte de esta “gran familia”, como denominan ellos mismos a la cooperativa.

 

Los profes fueron invitados a conocer el proyecto productivo que logró consolidarse por parte de la cooperativa: unos galpones con más de 4.000 gallinas ponedoras que logran producir casi 70 panales de huevos al día. Y aunque los profes no lograron entender la manera en que los asociados involucrados calculaban los márgenes de ganancia, fueron testigos de un trabajo permanente en el que varios rotan las responsabilidades de cuidado, alimentación, recolección, clasificación de huevos y venta.

 

Con el crepúsculo llegaban los momentos de comer y compartir en la cocina donde siempre permanecía encendida la tulpa, es decir el fogón de tres piedras que para los pueblos nasa representa la familia (padre, madre e hijos) y el espacio principal de socialización, transmisión de la cultura y hasta de formación política.

 

Los profes, gracias a la hospitalidad de sus anfitriones, se incorporaron sin problema a las actividades de conversación y familiaridad. El chirrinche, infaltable licor casero destilado de la caña de azúcar hizo parte de los momentos de compartir y reflexionar sobre lo comprendido durante la jornada vivida. Confirmaron que la paz no sólo se construye en los talleres y en los procesos políticos, sino que comienza a tejerse en aquellos espacios de ocio que consolidan la amabilidad, el intercambio sano de información, la capacidad de escuchar al otro y aconsejarlo, así como simplemente el disfrute de la vida, el hoy famoso y hasta incomprendido o romantizado “vivir bien” o “vivir sabroso”, que para la nasa es WËTWËT FXI´ZENXI.

 

El chirrinche no es una bebida alcohólica cualquiera. Algunos dicen que en sí no emborracha, sino que armoniza. Los profes lo lograron entender cuando una mañana, antes del desayuno, un primo de John Fredy llegó a la finca. Él es un thewala, es decir un médico sanador. Hace un año, durante la noche, había llevado a cabo una “limpia” o trabajo de armonización a los investigadores y habitantes de la casa.

 

Esa mañana reconoció al profe Pablo y después de un breve saludo le ofreció chirrinche. Ese fue el comienzo de una serie de rutinas y repertorios en los que Pablo tuvo que ingerir varios sorbos mientras regaba otros tantos en el suelo en las direcciones que el thewala indicaba. Había que brindarle a un “duende” que acompaña a toda persona y la protege, así como a los puntos cardinales que indicaban la dirección hacia la que quedaban Bogotá y Bucaramanga, los lugares de origen de los invitados. Luego del profe Pablo, los demás tuvieron que hacer la misma rutina dirigida por el thewala. Con estas armonizaciones se garantiza que la casa y el territorio no sean afectados por cualquier energía traída por los foráneos y garantiza el éxito de las actividades acordadas para ser realizadas entre el equipo investigador y las familias participantes del proyecto.

 

Las jornadas de capacitación y aprendizaje colectivo culminaron con la producción de un cortometraje audiovisual diseñado por Leydi, Eva y Luz Aide, las participantes principales de los talleres y quienes hoy hacen parte de un comité especial que tiene como finalidad gestionar conflictos de género que se presenten en las familias de los asociados. De esta manera, el profe Fredy nuevamente fue invitado a ser actor. Junto con ellas y otros actores naturales que se encontraban en la finca, representaron la historia de una mujer violentada física y emocionalmente por su pareja.

Al involucrarse en la cooperativa, la mujer adquiere independencia económica y se empodera. Así logra que su pareja tome conciencia de las prácticas violentas cometidas y de las actitudes y comportamientos que debe poner en práctica, con ayuda de los médicos tradicionales, para dejar de ser un victimario.

 

La despedida fue nostálgica. Aunque el equipo de profesores investigadores quedó satisfecho con el trabajo realizado y con las experiencias vividas, son conscientes de las dificultades que estas mujeres y hombres de la cooperativa deben seguir enfrentando para consolidar su proyecto económico y, consecuentemente, sentar las bases para la construcción de una paz estructural en sus familias y comunidad. Queda la esperanza de que los saberes intercambiados contribuyan con ello.

 

Un escolta llevó al equipo de profes al hotel en el casco urbano. A diferencia de otras ocasiones, esta vez decidieron comer temprano y resguardarse en sus habitaciones, pues la soledad del pueblo expresaba el oxímoron de la tensa calma y por eso era mejor no tomar riesgos en las calles de Caldono. Habían vuelto los tiempos en que no se sabía cuándo podía haber un hostigamiento. Pero lejos de dar por finalizada su tarea, la mañana siguiente el equipo viajó al Tambo, otro municipio históricamente azotado por la violencia, para continuar con su labor, pues la comunicación para la paz no es para ellos un campo laboral. Es su estilo de vida y agenda política.

 

*Docente investigador de la Facultad de Comunicación Social para la Paz de la Universidad Santo Tomás.

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